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Turismo y economía


Impactos económicos internacionales

Actualmente es aceptado que el turismo internacional constituye uno de los flujos de comercio global más importantes. Como actividad heterogénea y de múltiples facetas, es difícil precisar el valor del turismo internacional. Probablemente sea el sector más importante de la economía a nivel mundial. Se ha tratado de una actividad resistente, menos sensible a las fluctuaciones económicas que otros factores, y no existe fundamento para pensar que la demanda global futura vaya a ir en retroceso. El turismo internacional ejerce dos impactos fundamentales:

  1. En el comercio.  El impacto sobre el comercio es propio de la demanda turística. Cuando los turistas viajan para conocer países, el acto de viajar por sí mismo estimula el comercio. Así, la mayoría de viajeros de larga distancia utilizan el avión y a la vez ese avión ha sido fabricado en EEUU y después exportados a otros países. Una vez en el destino el turista podría utilizar un alojamiento de propiedad extranjera y consumir comidas y bebidas suministradas asimismo por empresas foráneas. Por ejemplo, un turista alemán de visita a Sri Lanka podría llegar con Air Lanka utilizando un avión DC10 (fabricado en EEUU), quedarse en un hotel de propiedad y dirección extranjera, beber vino francés y whisky escocés y comer carne australiana. En consecuencia, para el país receptor del turista, estas importaciones representan pérdidas. En cambio para la economía internacional, , constituyen oportunidades de negocio y generan exportaciones.
  2. En la redistribución. El impacto distributivo del turismo internacional consiste en que la mayoría de turistas internacionales proceden de países desarrollados con ingresos elevados y gastan parte de su renta disponibles en países de renta inferior mediante la actividad turística. De esta forma, una parte de la renta de los países más ricos es redistribuida por otros países a través del turismo, dándose la circunstancia de que muchos de estos países están en vías de desarrollo. Tal es el caso de los países más ricos de Europa Occidental y América del Norte, que son verdaderos generadores de turistas, pues fomentan entre sus ciudadanos los viajes al extranjero como una forma de reducir y redistribuir el superávit de sus balanzas de pagos. Por su parte, para los países en vías de desarrollo, el turismo supone una de las pocas oportunidades a su alcance para desarrollar sus exportaciones sin aranceles, sin contar otros impactos específicos que pueda aportar en tales países receptores.

El turismo cultural interviene de forma muy especial allí donde se precisa de una reestructuración económica. La cultural y el patrimonio han sido incorporados con un papel predominante a los discursos regeneracionistas tales como los desplegados en zonas rurales deprimidas o en los programas de rehabilitación urbana de las ciudades posindustriales (Liverpool, Bilbao…). La reducción progresiva de espacios cultivados en Europa amenaza con el éxodo masivo a las ciudades si no se desarrollan políticas que fijen a la población rural aportándole alternativas económicas. Ante la disminución del trabajo y el aumento del tiempo libre, las industrias culturales se presentan como la tabla de salvación. Pero ¿existe una perfecta ecuación patrimonio=desarrollo? ¿Los ingresos de entrada a museos son una aportación económica sustancial por sí mismos? ¿Hasta qué punto las inversiones en turismo cultural generan empleo y mejoran el tejido económico de las ciudades receptoras?

La economía de la cultura es una disciplina que solo ha empezado a desarrollarse en España durante los últimos años y que concita cada vez más interés entre los economistas. Y este interés surge del hecho de que las industrias culturales puedan convertirse a la vuelta de unos pocos años en las que más volumen de negocio realicen a nivel mundial, más incluso que la industria de armamento o la petrolera.

 

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